Reflexiones sobre nuestro proyecto Del Campo a la Ciudad

Reflexiones sobre nuestro proyecto Del Campo a la Ciudad

Hace algunos días, a propósito de una entrevista de un medio digital, elaboramos unas respuestas sobre nuestra actividad Del Campo a La Ciudad.

Muchas veces nos hemos encontrado explicando a nuestros cercanos y a quienes asisten al encuentro, preguntas similares. Acá les contamos lo que pensamos…

Si usted, estimado lector, ha asistido a alguno de los encuentros nos gustaría saber de su experiencia. Agradecemos los comentarios.

¿Cuántos productores son?
El número aproximado de productores que participan en cada evento es de 12.

 

Los productores agroecológicos (o en proceso de serlo) activos, son más de 40 y la comunidad prodesal, a la que pertenecen asciende a más de 140 productores.

 

 

 

¿Cómo llegaron a ellos?
Llevábamos un tiempo buscando como partir nuestras actividades como grupo y a través de un miembro de Pilgua que trabajó en capacitación de comunidades campesinas nos contactamos con Enzo, el agrónomo que trabaja en Paine y también con el Canelo de Nos. Nos invitaron a una pequeña feria de productores allá y ahí conocimos a algunos de los que nos acompañan hasta hoy. Luego seguimos organizando visitas a las diferentes parcelas, conocimos su trabajo, nos mostraron sus cultivos, sus animales. Nos fuimos conociendo de a poco y fue creciendo la confianza y las ganas de hacer algo juntos.

 

El primer encuentro se organizó para celebrar el Terra Madre Day, y luego se repitió, hasta que se estableció como una cita mensual. Además, tenemos un sistema interno de compra, a través de un sistema colaborativo: nos hacen llegar un listado, encargamos productos para consumo en nuestros hogares, nos turnamos para ir a buscarlo y luego nos coordinamos para retirarlos en alguna casa de los miembros de Pilgua. Sin intermediario, sin pagar extra. Puro con compromiso y colaboración. ¿Cómo no va a ser posible que otros hagan algo parecido?

 

Por otra parte, organizamos cada cierto tiempo reuniones de coordinación, donde los visitamos y alimentamos el lazo que tenemos con ellos. También hemos organizado cursos de capacitación, con el fin de rescatar antiguos procesos productivos que hoy están desapareciendo. Uno fue el de panes con masa madre y pronto haremos otro de conservas. Todo 100% natural. La idea es que tanto ellos como nosotros aprendamos más cosas juntos.

Para ti, ¿cuáles la importancia de Pilgua y de este lazo con la gente de Paine?  

Pilgua es un grupo de reflexión interesado en los temas de alimentación saludable, consumo responsable, comercio justo, medio ambiente. Queremos difundir nuestras ideas en relación al comer y disfrutar de forma conciente, tanto con el medioambiente como con la cadena de producción asociada.

El lazo y contacto directo con “productores” “abastecedores” es algo que se ha perdido así como el lazo con la tierra, sus ciclos, las temporadas o estaciones y los productos que hay en cada una de ellas. 

Este proyecto, del Campo a la Ciudad es una iniciativa que nos permite acercar a los productores y consumidores, dando a conocer los principios que nos mueven. A través de la relación con los productores hemos aprendido mucho respecto a los ciclos de los alimentos, el trabajo en el campo, los métodos tradicionales de cultivo y producción, la agroecología y la gran diferencia que existe entre un producto fresco, cultivado con cariño y sin pesticidas y uno proveniente de un gran cultivo, donde no sabemos qué pesticida contiene, ni cuando fue cosechado. ¿Alguna vez viste cómo crece el maní, o cómo es la planta de donde crece la alcachofa? ¿Sabías que las gallinas ponen menos huevos en invierno por la falta de luz solar? Además, el “ponerle rostro” a un producto transforma la relación de consumo, nos ayuda a preferir una relación sin intermediarios, a consumir productos locales y nos ha enseñado que conseguir productos agroecológicos en la ciudad es posible, y a un precio justo.

 

Pilgua en este caso, además de beneficiarse con la posibilidad de obtener productos frescos, limpios de químicos y a precios al alcance, ha permitido a ambas partes productores y co-productores aprender y avanzar. Y esperamos que independientemente de si esta relación continúa o no todos podamos seguir creciendo y haciendo diferentes acciones en este sentido.

 

Los productos imperdibles

 

Difícil hablar de productos imperdibles… ¡son todos notables! Las verduras y frutas recién cosechadas que te duran una eternidad, de sabor intenso, lindos colores… realmente sientes al consumirlas que te alimentan y que están en su mejor momento: no pasaron de mano en mano, no recorrieron largas distancias, no fueron regadas con agua contaminada, no esperaron días y días para llegar a tu cocina. Los quesos tienen un sabor único, que a muchos les recuerda la infancia o la vida en el campo (“con este queso me hiciste volver 40 años atrás” me dijeron una vez). Las conservas son una cápsula de verano en toda temporada, siempre hay alguna novedad (¿has probado la mermelada de plátano o la de zapallito italiano con nueces?)… y la salsa de tomate… ¡igual que si se preparara con tomates maduros! No esa cosa misteriosa que venden en el super. Las plantas nativas y hierbas medicinales nos permiten llevarnos un poquito de campo a nuestro patio, al balcón o la terraza. Esas plantas crecen escuchando música clásica allá en Paine, sin fertilizantes químicos y con mucho cariño. El llevarte una, cuidarla, aprender de ellas, de sus ciclos, sus bichitos… es una de las grandes cosas que te pueden pasar. Los panes a amasados, empanadas de pino o de cochayuyo, las tortillas, las tartaletas y los queques generalmente duran muy poco, la gente los lleva con rapidez y por lo general se los comen ahí mismo. Los huevitos también se acaban muy rápido, son sabrosos, de yema anaranjada super intenso. Ni comparado con cualquier otro. Cualquiera que pruebe estos productos, querrá volver una y otra vez.

 

Además, en cada encuentro siempre hay cosas nuevas, nos dejamos sorprender por la temporada: enormes zapallos enteros, sopaipillas, acelgas gigantes en invierno, mote con huesillo, flores, frutas, arándanos, tomates en el verano. Es todo un aprendizaje el ver como se transforma la producción según las estaciones del año, y te hace tomar conciencia de los efectos de la falta de agua o del cambio climático. Te enseña a conectarte con los ciclos naturales que a veces, tenemos tan olvidados.

 

 

 

Pese a todo lo anterior, creemos que lo más imperdible es eso… observar, conocer, conversar, probar, preguntar. La experiencia de conocer a la persona que plantó, cuidó y cosechó lo que estás consumiendo, no tiene precio. Ellos también valoran el “ponerle rostro” a quien consume sus productos. Les llena de orgullo el sentir valorado su trabajo y ver el interés que existe de tanta gente por preferir estos productos.