Hoy en día existen distintas opciones para quienes nos preocupamos por nuestra alimentación y el medio ambiente, instancias como éste Encuentro (Encuentro del Campo a la Ciudad), el Mercado Agroecológico de Paine e incluso ferias, como la EcoFeria, permiten acceder a partir de varios modelos de venta a frutas y verduras libres de fertilizantes y pesticidas químicos, agroecológicos u orgánicos -los certificados-.

Los supermercados no se han quedado atrás, y ya podemos ver algunos en la capital con una pequeña sección de frutas y verduras “orgánicas” dentro de las grandes estanterías que albergan frutas y verduras, prácticamente las mismas durante todo el año. Hace unas semanas me acerqué en un supermercado X a mirar la oferta de productos orgánicos, había huevos de gallinas felices, algunos tipos de lechugas -con certicado- y un gran número de ensaladas picadas listas para aliñar, envasadas en una bolsa de una conocida multinacional.

Miro las ensaladas y me pregunto, ¿habrá sido algún error de un cliente? Pero eran tantas que sólo me hizo sentido pensar en una gran confusión, una gran confusión de conceptos que puede acabarse con acciones simples: leyendo las etiquetas, revisando lo que compramos, lo que comemos, que lo que compramos sea efectivamente lo que queremos y no estemos pagando por otra cosa. Nos falta detenernos y preguntarnos: ¿es limpio lo que como?, ¿lo compré a un precio justo?, ¿me hace bien?

Más que preocuparse, ocuparse por lo que comemos en realidad no requiere un gran esfuerzo. Y de pasada honra a todos nuestros amigos agricultores que día a día se preocupan por lo que nosotros comemos. #