Pilgua y sus andanzas

El pasado 31 de marzo recibimos la invitación para asistir al intercambio solidario de la Canasta Agroecológica, organizado por las productoras de Lampa y AMAPACH, quienes participan del proyecto “Estableciendo vínculos entre el campo y la ciudad”. Este proyecto, que es parte de ONU Mujeres, busca desarrollar las prácticas agrícolas familiares, a través de la producción agroecológica, constituyendo un vínculo entre las productoras rurales y los habitantes de la ciudad, quienes buscan productos mejores y más saludables.

La invitación incluía la visita a tres huertos de las mujeres participantes del proyecto, lo que hacía aún más interesante la jornada.

Nos juntamos cerca de Plaza Italia y partimos en caravana rumbo a Lampa, y la primera parada fue donde Edda Cortés, una apicultora entusiasta y comprometida. Nos contó de su trabajo, sus productos, los diferentes procesos que ocurren en las colmenas y de paso nos trasmitía su enorme energía, con la que ha logrado superar las dificultades y llevar adelante su trabajo del cual se siente tremendamente orgullosa. Una de las frases que se nos grabó en la memoria fue cuando nos contó que le habían ofrecido exportar su miel, idea que fue rechazada por ella argumentando que “quiero que los niños chilenos crezcan sanos y bien alimentados”. Toda una declaración de principios.

Apicultora nos explica las propiedades de sus productos ¡y hasta nos tenía regalos!

Seguimos junto a ella y visitamos a Birgit Steinmeyer, alemana avecindada hace años en Chile, quien se dedica a la producción de barras de cereales, snack y granola, utilizando amaranto, quínoa, semillas de girasol, entre otros. Nos contó como había derivado de la producción de mermeladas y conservas a estos productos y de las dificultades que deben sortear por un problema que ya hemos escuchado en otras localidades: la sequía.

Productos a base de quínoa, amaranto y semillas en diferentes presentaciones: barritas, granola, snack salado.

Birgit nos muestra el lugar donde se fabrican los productos y nos explica el proceso.

La última parada fue donde Miriam, quien cultiva berros y menta hidropónicos además de una huerta con diferentes hortalizas. También tiene gallinas, vende huevos y realiza una larga lista de labores que nos parecían imposibles para una sola persona.

Miriam nos cuenta de sus múltiples tareas.

Finalmente nos reunimos en frente a la municipalidad de Lampa, en la Feria de la Biodiversidad, donde las productoras mostraban sus productos, ofrecían degustaciones y se realizaba también la entrega de las canastas.

Nos reunimos con las productoras de Lampa en la Feria de la Biodiversidad.

Productos cosméticos, cervezas, vinagres a base de miel, plantas, mermeladas, conservas, aloe, nueces, especias y una larga lista de productos locales que nos sorprendieron por su calidad y originalidad.

Así lucen las canastas listas para ser entregadas, llenas de productos locales y orgánicos.

Cerramos así una fructífera jornada, donde conocimos del trabajo del campo, la organización de este grupo de mujeres y el cariño que entregan a todo lo que hacen. Por lo que sabemos la idea es continuar con la venta de estas canastas y esperamos tener pronto noticias del avance de este gran proyecto.

Paralelamente, otra parte de nuestro grupo recorría algunos lugares de Santiago. Y cual guías de turismo anduvimos por la Vega Central paseando con dos invitadas que andaban interesadas y atentas.

Enfilamos a un pasillo que no suele ser muy concurrido. Pasamos a saludar a doña María, una antigua amiga que trabaja pelando y picando papas y cebollas, que van a dar a restaurantes y casinos. Cruzamos el rincón donde frutas y verduras pasan de cajones a pequeñas bolsas; para ser vendidas en calles aledañas y semáforos.

Cajitas de berries a luca.

Pasamos frente a las cocinerías, nos dio hambre. Ya afuera del sector remodelado, hervía de gente. Nos fuimos a recorrer los pasillos y sector chacareros. Mirando las últimas frutas veraniegas y buscando productos de otras regiones. Nos saltamos almacenes y pasamos muy rápidamente el par de pescaderías. Afuera aparecieron algunas papas chilotas, moras, frambuesas, murtas y mosqueta. Seguimos viaje.

La pilgua.

Antes de llegar a nuestro próximo destino –donde encontramos una pilgua- hicimos una parada en Ñuñoa, en La casa de Tierra Viva -agrupación de agricultores orgánicos de Chile-. Quienes actualmente distribuyen productos orgánicos mediante inscripción previa y pedidos hechos con antelación. Seguimos directo a la Aldea El Encuentro en La Reina.

Una mirada a los negocios y talleres de artesanías donde nuestras invitadas pudieron hacerse de algunos regalos para llevar. Miramos atentas las ruecas, nos deleitamos con el colorido y variedad de lanas naturales, cerámicas, tejidos y canastos –entre otros-.

Nuestras amigas, dos de Slow Food Italia y otra del convivium Frontera del Sur quedaron entusiasmadas con lo que veían. Recorrimos los huertos de la Aldea El Encuentro, conversamos y preguntamos del funcionamiento y forma de acceder a y trabajar en el huerto. Les sorprendió la organización y las reglas de funcionamiento que oímos de gente que estaba trabajando ese día allá. 8 horas de voluntariado inicial y recién ahí puede postular. Comprometiéndose a ir al menos una vez por semana. La producción, miti-mota.

Mientras nosotras seguíamos recorriendo, otras personas trabajaban en los huertos; en una orilla había una fiesta de matrimonio. Con este ambiente “campestre” y festivo en pleno Santiago, caminamos a la Eco Feria que funciona ahí.

Comentamos lo interesante del enfoque de trabajo en los huertos. Recorrimos la Eco Feria. Mirando aquí y allá, para descubrir los productos disponibles. Pan integral, huevos, tomates, verduras de la estación; ajo, ají, topinambur. También manzanas deshidratadas, hierbas medicinales, granadas, paltas y aceite de paltas.

Nos detuvimos cada tanto, conversando con los productores. Interesante conversación con los del Aceite de Palta, una agrupación de Olmué que nos contaron de sus paltos, del método para elaborar el aceite; las dificultades para enfrentar la comercialización y sobre todo lo engorroso de las certificaciones y trámites para exportar. Nos quedaron interrogantes y ganas de conocer in situ.

Terminada la vuelta, había que apurarse. Habíamos convenido reunión almuerzo con el grupo del Convivium. El camino un par de llamados, para apurarnos varios ya estaban llegando al lugar elegido. En el camino íbamos ya francamente haciendo hambre, la perspectiva de pescados y mariscos frescos y bien preparados nos hacía agua la boca.

Reunión SlowFood ampliada: PilguaSCL, Frontera del Sur y SlowFood Italia

Almuerzo y conversación posteriores serán motivo de otro relato.