Se Quiebra el Modelo

Hace algún tiempo, cuando comenzaba el invierno en Chile, partí en una aventura llena de sabor y aprendizaje. La misión: recorrer y probar el “Wine Country”, la región vitivinícola de California, Estados Unidos.

Llegar al país donde se origina el modelo agroalimentario actual que domina gran parte del mundo me causa sentimientos encontrados, no sabía exactamente con que me encontraría, te creas ideas, investigas algo, miras por internet, pero pisar donde estas pensado siempre cambia la mirada.

Pasillo congelados supermercado

Por temas familiares llegué a Los Ángeles. Más allá de temas arquitectónicos de la ciudad (es una ciudad sin grandes atractivos), el vivir con una familia promedio norteamericana afirmó que la alimentación vista y vivida dentro del modelo agroindustrial es “penosa”. Comida congelada, verduras que no sabes si son hechas en una fábrica o salidas de la tierra, restaurantes de comida rápida por todas las esquinas, bebidas y productos procesados por montones. Nunca vi que se cocinara, guisara o saboreara comida casera.

 

En una comida familiar donde cociné algo de los sabores de Chile lo que más llamó mi atención fue que mis primas de no más de 10 años alucinaron con el arroz con leche y dulce de membrillo casero. Al día siguiente me pedían para llevar de regalo a su profesora. Claramente era una novedad comer algo que no se compraba listo en el supermercado.

 

 

 

Ya en Napa Valley, el centro del mundo vitivinícola Californiano, abundan exclusivas bodegas de millonarios, hoteles de lujo, restaurantes con estrellas Michellin, descapotables y limusinas.

Downtown Napa

 

Pero aparte de catar y conocer vinos y viñedos, me encontré con algo que no esperaba: un mercado orgánico.

Dos veces por semana un grupo de campesinos se junta en el estacionamiento del mercado municipal de la ciudad para vender sus productos.

Abundan hojas verdes.

Tomates de diferentes colores, formas, sabores y texturas.

Almácigos para iniciar un huerto en casa.

Y uno que otro puesto de comida casera para compartir.

 

Productos solamente con unos requisitos: Certificados Orgánicos (Los gringos son más estrictos en este tema) y que sean cercanos al lugar.

 

Esta forma de ver la producción y alimentación es muy fuerte en esta zona. La producción orgánica está presente en la mayoría de las bodegas, certificaciones LEED, automóviles ecológicos, paneles solares, molinos de viento y puntos limpios de reciclaje abundan.

 

La mayoría de los viñedos tienen espacios para hacer picnic. Da lo mismo el porte de tu bodega,  comer al aire libre y disfrutar de buenos alimentos acompañados de vino es obligación.

 

 

 

 

Que decir de las huertas. No faltaba viñedo que no tuviera un pequeño espacio para producir algo.

En las pequeñas ciudades del valle, los supermercados venden exclusivamente productos orgánicos, de comercio justo o de pequeños productores locales.

 

La variedad de productos era realmente sorprendente, no hay coca-cola, lay´s ni menos galletas oreo. Nada que venga de una gran corporación ni de modelos agroalimentarios industrializados.

 

 

 

 

 

Sonoma está cruzando unos pequeños cerros, con una ubicación más cercana al mar, este valle vitivinícola es mucho más hippie que Napa. Pequeñas bodegas en graneros, campesinos en antiguas camionetas, menos lujo y más tranquilidad.

Una vez a la semana, en la plaza de la ciudad de Sonoma en primavera y verano, ocurre una verdadera fiesta. Productores orgánicos, puestos de comida sana, vino, mucho vino, manteles al pasto y música en vivo provocan una tarde para compartir, reír, y disfrutar de lo mejor de su tierra.

 

 

 

 

Vino por todas partes

 

Pan fresco en horno a leña.

 

Comida con vegetales frescos.

 

Pruebe de lo bueno

 

Todos invitados…ejalé

 

La bahía de San Francisco con sus inmigrantes, universidades, empresas tecnológicas entre otros concentra una población con un interés intelectual mayor al promedio del país. Hay una elite intelectual que se preocupa de su forma de vida, del respeto al medio ambiente, de saber el origen de lo que come, de vivir mejor. Los mercados de la tierra, supermercados orgánicos, certificaciones ecológicas, autos menos contaminantes, transporte público y por sobre todo el respeto al medio ambiente está presente.

 

Desde dentro de Estados Unidos, sus habitantes están dando una quiebra al modelo.

Es posible.